Por no saber nadar
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En una taberna en el puerto se encuentran dos marineros y uno le dice al otro:
- No te lo vas a creer, Pepe, estaba hoy limpiando la cubierta del barco cuando llega una rubia buenísima y me pide ir a dar una vuelta con el barco. Yo cojo, la saco a pasear en medio de la bahía, paro el motor y le digo:
- O echamos un polvete o vuelves a nado.
¡Y la chica no sabía nadar!. ¿Te das cuenta?, No sabía nadar, ja, ja, ja.
Al día siguiente otra vez se encuentran en la taberna los dos marineros y le cuenta:
- Joder, Pepe, qué semana. Hoy estaba pintando el barco cuando viene una rubia espatarrante y me dice si la saco a dar una vuelta por el mar.
Sube, me la llevo en medio del mar, paro el motor y le digo:
- O echamos un polvo, o vuelves a nado.
¿Y sabes que ocurrió? ¡Que la chica no sabía nadar!. Ja, ja, ja.
Al tercer día, otra vez en la taberna. Pero esta vez, el marinero estaba llorando...
- ¡Coño! ¿Qué te ha pasado?
- Uy, Pepe, si yo te contara. Estaba esta mañana arreglando unos cabos en mi barco cuando llega una mulata con un par de tetas impresionantes. Sube al barco y me dice si la llevo a dar una vuelta. Yo cojo, suelto amarras, me la llevo en medio del mar, le miro las tetas y le digo:
- O echamos un polvo o vuelves a nado. Ella se baja las faldas y... ¡Era un tío con un rabo enorme, Pepe! ¡Y yo no sé nadar, Pepe, yo no sé nadar!
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