Milagros
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Un inglés, un francés y un español están tomando un café en una terraza, cuando el inglés ve en una mesa cercana un hombre que le resulta familiar. Se acerca a él y le dice:
- Tú eres Dios, ¿verdad?
- Quita hombre, claro que no.
- Que sí, que sí, que tu eres Dios, se te nota en el pelo largo, la barba, la toga que llevas, esa corona de espinas... claro que sí.
- Vale, sí que soy Dios, pero no lo difundas porque estoy cansado de resolverle a la gente milagros.
- Hombre, pues no estaría mal que a mi me arreglases la artrosis porque estoy fatal de las rodillas.
- Mira, si juras por mi que no lo vas a decir te lo concedo.
- Trato hecho.
El Señor le toca con su mano y en ese momento el inglés nota un alivio tremendo. Se vuelve a la mesa que compartía con el francés y el español y les cuenta lo sucedido, con resultas que el francés se levanta a pedirle otro favor a Dios. Ocurre lo mismo con el francés salvo que a éste le arregla un ojo de cristal que tenía. Vuelve a la mesa y le cuenta al español lo sucedido.
Siguen los tres con su café y Dios en la mesa de al lado comiéndose la olla pensando por qué no va el español a pedirle un milagro. En esto que Dios no puede más con la intriga, (un español no puede dejar pasar nada que sea gratis) y se acerca a la mesa diciendo:
- Hijo, ¿Cómo es que sabiendo que soy Dios no vienes a pedirme que acabe con tus males, eres acaso tan feliz que no necesitas de mí?
Dice esto en el momento en que apoya su mano sobre el hombro del español.
- Ehh, ehh, sin tocar, que estoy cobrando la baja, no vayamos a joderla ahora.
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