Diga treinta y tres
19/05/2005   Lecturas: 11.065

Catilina

Parecía la frase del día de ayer y la mañana de hoy en el Parlamento Vasco, donde sus diputados pretendían elegir presidente para la cámara.

El caso es que, como según ZP y el hombre de la mente en Blanco, la situación en el País Vasco ha cambiado tanto tras las últimas elecciones, ayer vimos la constatación: los nacionalistas optaban por un candidato inédito, un tal Atutxa, que ignoramos de dónde habrá llegado, tal es el grado de novedad. Pues el novísimo candidato nacionalista obtuvo 33 respaldos, justamente los mismos que Buen, candidato socialista que, aunque solo sea por su apellido, nos gusta más, igual que les sucede a los diputados del PP liderados por la valiente María San Gil.

Digo por el apellido, porque, si no, no encuentro razones para respaldar al candidato de un partido que, con el PP del País Vasco, vienen comportándose como cerdos, por más que Agapito Maestre les atribuya una condición eminentemente lanar. No obstante, María San Gil hace lo que debe: antes Buen que ese candidato del PNV, Atutxa, del que nada sabemos dado el vuelco vertiginoso que ha dado el panorama político vasco ¡Mira que si después le da por incumplir las resoluciones de los tribunales del Estado! ¡Cualquiera se arriesga!

Mejor que salga Buen y que Patxi Nadie se atribuya los éxitos a que nos veamos sorprendidos por cualquier actitud de un candidato del que, como en el caso de Atutxa, desconocemos absolutamente todo. Mas vale lo malo conocido... Y es que ¡hay que joderse! ¡Tanto ha cambiado la situación del País Vasco desde las últimas elecciones que para llegar al Parlamento de Vitoria después de habernos reunido secretamente, pongamos que hablo de Madrid, con Rodríguez, hay que coger la carretera Nacional IV y ¡To p’abajo. Con el coche a lo que dé!

Ha sido un cambio espeluznante, casi ni reconozco el mapa de España, a ver si El País nos edita algún fin de semana un mapa actualizado y lo coloca en su dominical para que nos orientemos.

El Parlamento Vasco ha sufrido también tal cambio, que empatados a treinta y tres votos los dos presidenciables, nacionalista y socialista, solamente se me ocurre que ETA –perdón, el Partido Comunista del Terror Vasco- imponga al presidente dando, es un poner, después de marear mucho la perdiz mediática, su voto al candidato nacionalista que previamente habría sustituido al desconocido Atutxa. Vamos, que haga lo mismo que hizo para sacar el Plan Ibarreche adelante entonces, antes de cambiar, cuando el País Blanco era aún el País Vasco. ¿Complicado verdad? Es que la política ha cambiado últimamente que es una barbaridad y no está al alcance de cualquiera la interpretación certera de sus discretos movimientos.

Claro que todo tiene arreglo: El País, cada mañana, en lugar destacado, para que los tontos como yo podamos encontrarlo, podía publicar una sucinta exégesis de lo que se cuece en el país; exégesis que estaría a cargo de uno de esos pocos linces ibéricos capaces de ver en la distancia la derrota hacia la que marcha la nave patria. Y si la caverna SER hiciera una lectura por sus micrófonos de la exégesis, aunque fuera temprano, antes de mediodía, me ahorraría el esfuerzo de leer. Lo digo porque a mi leer me cuesta, se me cansan lo ojos como a Dinio.

Por cierto, que como el lince ibérico es especie en vías de extinción desde que el lince entró en la ESO, qué mejor espécimen que el esclarecido académico licenciado Cebrián. No poca parte del vuelco del País Blanco se encuentra en su cuaderno de bitácora y además tiene facilidad de palabra hablada y escrita.