¡No a la guerra!
14/08/2006   Lecturas: 9.097

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Es el berrido común de la (extrema) izquierda más reaccionaria (es decir, toda ella) que entonan cuando se les cruza en el camino la mínima oportunidad.

En la España civilizada anterior a Marzo de 2004 -en que la extrema izquierda socialista se hizo con el poder con un golpe de estado callejero-mediático, aprovechando los actos terroristas del día 11 en Madrid- era común ver en manifestación a socialistas y comunistas cogidos de la mano tras las pancartas del No a la guerra. Trataban de aprovechar el respaldo que el presidente español Aznar diera al británico Blair y al norteamericano Bush para intervenir en Irak, en la justa guerra de liberación respaldada en las urnas por el 80% de los iraquíes, pese al clima de pánico baazista generado por los terroristas de Hussein.

En ese momento se mofaban del presidente Aznar por poner el barco de las tiritas (el buque hospital) de la operación. Después vendría el siniestro vocerío del Aznar asesino con el que la camorra izquierdista intentaba echar a las espaldas de un presidente legalista y demócrata todos sus fantasmas del pasado: desde sus crímenes de Estado, hasta el envío (jamás antes conocido en España) por el presidente socialista González, de soldados de conscripción obligatoria a la primera guerra de Irak; aquella que sostuvo Bush padre para echar a Hussein de Kuwait y en la que los soldados baazistas eran aplastados por gigantescas excavadoras, para ahorrase la munición y el entierro. Claro que aquellos eran los Soldados del amor. Para eso la izquierda es como el jabalí: lo aprovecha todo y a todo acomete con furia ciega, y el socialismo español, ya lo hemos reiterado en varias ocasiones, es nauseabundo.

Ahora, cuando Israel es atacado por un grupo terrorista controlado directamente por los ayatolahs iraníes, nos montan el circo PSOE. Un circo grimorio en que sale de portavoz de Exteriores un concejal florentín cuyo único mérito es ser homosexual y cuya ignorancia de política exterior no conoce orígenes. Después, para arreglarlo, sale el ministro del ramo a hablar de la amistad de España e Israel (que está clara, pero que no tiene nada que ver con los despropósitos del singobierno socialista en el poder en España) pues con amigos como los socialistas españoles no necesita Israel más enemigos. Luego, el presidente del Gobierno viste el pañolón del terrorismo palestino; más tarde, sale el Secretario de (des)Organización socialista a acusar a Israel (ya saben, todo Israel, todos los judíos) de buscar víctimas civiles; luego sale el presidente Zetapero a decir que Blanco es la voz del partido (vamos, que Blanco es transparente); después, el concejal sonado convoca una manifestación para que la extrema izquierda reaccionaria condene a Israel (y apoye a los terroristas, que es en lo que realmente están). Y así sucesivamente... No sigamos.

¡No a la guerra!, repiten en cuanto pueden, toda una reunión de grupos de heterogénea identidad y homogénea doctrina. ¿No? ¿Por qué no? Dependerá de qué guerra y en qué circunstancias, pensará cualquier mente lúcida que no esté abducida por la izquierda y sus consignas. El declive de Europa corre paralelo al auge y supervivencia de la dominación de nuestro pensamiento y nuestras vidas por la doctrina y el lenguaje marxista. Ese ¡No a la guerra! es el mismo que planteaban el siglo pasado ante la amenaza del ascenso de Hitler o de Stalin, y acabamos el siglo siendo el más sangriento de la Historia. Todo un récord.

Ahora, se dan la mano con todos los grupos terroristas que operan en el Mundo y le pasan la mano por la espalda al radicalismo musulmán mientras engrosan masivamente las filas de la Masonería. Todo les vale con tal de minar las bases de la cultura occidental (en breves palabras, filosofía griega, derecho romano, y ética cristiana). Atacan al Catolicismo, y reaccionan regalonamente ante las amenazas del radicalismo mahometano al gobierno danés (porque era de extrema derecha) aunque en su puta vida llegará a la suela de los zapatos a los daneses en cuanto a demócratas esta izquierda caníbal. Todo lo que tocan, lo ensucian con su consignismo, su ignorancia y su virulencia.

¡No a la guerra! Es el berrido-lema que el lobo desea escuchar del coro de ovejas, porque él no dudará en dar la más sangrienta batalla cuando sus apetitos se lo exijan.

Los hermanos Kennedy se jugaban el destino de Occidente en la Crisis de los Misiles, cuando Fidel Castro permitía a Jruchev instalar misiles atómicos en Cuba apuntando a Norteamérica, y tuvieron que batirse en dos frentes: por un lado, en la ONU contra el imperialismo soviético ebrio de agresividad estalinista y, por otro, con una panda de quintacolumnistas de izquierdas que debilitaba al gobierno americano ante los medios de comunicación, rodeando la Casa Blanca y gritando su ¡No a la guerra! Pensarán que fue mera casualidad, pero ni ante el Kremlin, ni en la Plaza Roja se agrupó nadie que presionara al gobierno soviético en el mismo sentido para que retirara de Cuba los misiles ¿Por qué creen que sería? Creo que todo está claro.