El día del orgullo gay
05/07/2005   Lecturas: 16.134

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Se celebró ayer, sábado 2 de Julio, en Madrid y constituyó un verdadero error. Me explico.

Hace cuatro o cinco años, iba dando un paseo con un amigo por una ruta entonces habitual. En esencia bajábamos la calle Goya, cruzábamos la Castellana y llegábamos al centro a través de la calle Hortaleza. Aquella tarde, al entrar en Hortaleza precisamente, empezamos viendo a un tipo raro que luego se convirtió en dos tres... así hasta muchos. Digo raros en el sentido de que no iban vestidos como se va a diario sino, más bien, como se va a un baile de disfraces o algo así. No entendíamos aún qué era aquello, hasta que nos encontramos frente por frente con un hombre muy alto subido a unos zancos rodeado de gente que gritaba divertida.

Entonces caímos en la cuenta de que era la marcha por el orgullo gay que aquel año se celebraba por segunda vez. Volvían de la marcha hacia el centro mientras nosotros nos dirigíamos allí en sentido contrario. Fue mi amigo o fui yo, no lo recuerdo, quien dijo Ahora sólo faltaba que nos recogiera TeleMadrid aquí en medio de éstos y nos vieran. Algo de preocupación había, en efecto, pero no la suficiente para hacernos apartar de ellos. Era un grupo gritón pero divertido, provocador pero sin mala leche. Al rato, de tres chicos que venían frente a nosotros, se adelantó uno y nos gritó Que soy maricón. Bueno... me parece muy bien, fue lo único que acerté a contestarle.

Enseguida comprendí que la marcha tenía para ellos un sentido y que no estaba mal planteada: se trataba de una autoafirmación y de gritarnos a los demás que existen y que tienen derecho a ser reconocidos. Pero en eso, precisamente, se equivocan, porque salvo por sectores muy reaccionarios y de avanzada edad, el homosexual en España no es, en general, mal visto. Hay zonas, como el sur de la Península o Canarias en que incluso se tiene de siempre un trato especial con ellos.

En España, en general, al menos la que yo conozco, es rarísimo que se le pida a nadie el carnet de nada, ni se le eche en cara sus costumbres sino que, más bien, solemos ser corteses con los demás e intentamos no abordar su vida si no nos lo piden. Esa es, al menos, mi experiencia. He visto a algún militar que se ha quejado de que le han expulsado del Ejército al hacer pública su homosexualidad pero ¿se dan cuenta de que eso indica, precisamente, que durante años nadie ha osado inmiscuirse en su vida y que si él mismo no hiciese publicidad del hecho, jamás hubiera visto su empleo en peligro? ¿Es que somos tontos los españoles y no sabemos que desde siglos han existido bolsas de homosexualidad importantes en el seno de la Iglesia Católica, por ejemplo, o entre artistas o entre actores y actrices? Siempre lo hemos sabido y siempre se ha tolerado mientras no dañaran a nadie.

Qué nunca falta el bocazas o el tuercebotas que intente humillar a un homosexual por el mero hecho de serlo, de eso no cabe a nadie la menor duda, porque esos son inevitables en cualquier tiempo y lugar; pero no olvidemos que la primera Casa de tu vida –y el voto es popular, desde toda España y bajo notario- se le otorga a una pareja de homosexuales (todavía recuerdo cómo uno decía que no se la iban a dar a ellos porque en España hay mucho racismo) Y digo aún más, véase el cariño y la simpatía de la gente de la calle que ellos mismos han confesado haber recibido durante este año.

En el día de orgullo gay sería también deseable que este colectivo reflexionase sobre su tendencia a la exclusión del no gay y a un cierto elitismo, sobre la necesidad de integrarse en el conjunto donde tienen su lugar como cualquiera otra persona. Se trata de no tener orgullo gay, porque ser homosexual no sea nada más ni nada menos que no serlo, porque ser homosexual sea, como para los que llevamos gafas, una manera como otra cualquiera de existir con todos. Se trata de no reclamar los derechos de los gays porque los derechos de cualquier homosexual sean indistinguibles de quien no lo sea, sean los mismos y únicos derechos.

Ayer, el día del orgullo gay, se convirtió en el día en que los políticos se ponían al frente de una fiesta que antaño fue espontánea y divertida; el día en que, vendidos por los suyos, los políticos les arrebataban su frescura para instrumentalizarla; el día en que a la bandera multicolor se le adelantaban las banderas rojas, justamente las de los que en aquellos países en que han gobernado y gobiernan han hecho de la persecución, encarcelamiento y purga del homosexual unos de sus objetivos prioritarios.

Ayer se celebraba el día del orgullo gay, pero ya no estaban solos, se les adelantaron los oportunistas.