La piscina de Pedrojota
15/08/2005   Lecturas: 11.391

Catilina

Nos contaron que eran corderitos degollados por el fascismo e, ignorantes de la Historia, nos lo creímos. Pero Pío Moa nos sacó de la oscuridad y de la mentira, y lo hizo citando sus propias fuentes, sus memorias, sus escritos, aquello que ellos mismos cometieron el error de dejar dicho en documentos. Por él, fundamentalmente, sabemos hoy de qué tejido era el paño: separatistas y revolucionarios prosoviéticos de la mano, con juventudes uniformadas y armadas hasta los dientes, al modo de las juventudes hitlerianas, adiestrados para el terror y el crímen. Si algo había de fascista en la España de los primeros treinta eran ellos y su simétrico, que nació después a consecuencia suya: La Falange. Esta es la razón por la que la trilogía de Moa sea incontestable: los testimonios son suyos.

Entonces se dedicaron a propalar todo tipo de historias siniestras sobre la Iglesia y los crímenes de los sacerdotes que, a día de hoy, se ha demostrado que eran mentiras para incendiar el ánimo de las gentes sencillas y arrojarles contra el clero. De eso se trataba: de una desestabilización continuada. Era una izquierda encanallada por la idea de la revolución que no dudó en usar cualquier medio que la orientara a tal fin: del golpe de Estado al asesinato, pasando por la destrucción y quema de nuestro patrimonio histórico y artístico. En esa situación, el apoyo de los separatistas estaba garantizado, desde la ultraizquierda a la ultraderecha, a todos les venía bien una España en continua quiebra legal.

Y en esas estamos ahora. Hoy, como ayer, el PSOE lleva años dando alas a los nacionalismos independentistas desde que pactó con ellos hace años en Las Baleares, para impedir que gobernara el legítimo ganador, el Partido Popular. Desde entonces, viene un alud que cada vez es mayor y más incontrolado de minorías casi extraparlamentarias que se alzan con el voto y la amenaza (la palabra queda para los demás) contra lo que es y quien es su mayor enemigo: España y los españoles. En esta carrera, le ha dado igual al PSOE pactar con la ultraderecha herderiana y racista (PNV) que con la ultraizquierda nacional (IU) o local (ERC). Igual le ha dado otorgar un 50% del presupuesto a quien representaba el 5% de los escrutinios, que montar ficticias operaciones Simancas, que resucitar a batasunos vascos o gallegos. Porque su fin ha sido uno y único: todo con tal de conseguir el poder. Hoy, como ayer, el PSOE es un partido atentatorio contra España, tal vez porque siempre ha guardado una impresión negativa de ella y de su historia.

En el pasado Debate del estado de la Nación, un engolado Rodríguez Zapatero le espetaba a Rajoy: Habla usted mucho de España pero poco de los españoles. Ahí es donde se ve al hombre de Estado y al coyuntural botarate político. Porque los españoles de hoy no somos más que una continuidad de los de antaño, de cuantos nos precedieron; pero España es la obra de todos -los de antes y los de ahora- lo mejor que hemos sido capaces de hacer con nuestras vidas, con nuestros anhelos, con nuestros esfuerzos y sacrificios y, si me lo permiten, nuestra sangre. España es lo mejor de todos nosotros sumado a través de los tiempos. El político grande habla de España y piensa en España, mientras el chisgarabís piensa en su parroquia y halaga oídos a todos los que le escuchen, porque cree que la zalamería será la clave de su éxito. Si ha de rondar a la Esquerra Republicana de Cataluña (queremos la misma autonomía que Portugal) lo hace, y si a continuación debe entregarse a la ultraderecha racista vasca (goodbay Spain) lo hace también con igual desparpajo.

Ayer fueron las iglesias y hoy es la piscina de Pedrojota, pero el fin es el mismo: la sustitución de la Justicia por la ferocidad popular dirigida; el linchamiento del discrepante y del crítico; la anulación de la instituciones representativas por la acción ilegal de una turba minoritaria manipulada; el fin de la democracia por la acción directa de quien no espera la acción de la ley. La Justicia aniquilada por quien no cree en ella y allana un domicilio, o ajusticia un inocente, o ataca una sede de partido, o invade un Ayuntamiento, o asalta el Palacio de Justicia, o hace lo que le pete.

Se trata de los enemigos de la democracia representativa occidental. De la ultraizquierda española, PSOE incluido.