Maltrato psicológico masivo
13/06/2012   Lecturas: 6.370

Catilina

Carmele te vas fuera de España porque tienes una misión que cumplir. Mañana entenderás muchas cosas..., fue la frase con la que, desde su programa del día 4 de Junio al de hoy, día 12, la televisión Telecinco se reía de su audiencia, estragándola hasta extremos difícilmente concebibles. Para que todo les saliera bien, la imponente manipulación ha necesitado la utilización paralela de los trabajadores del programa Sálvame, convertidos en títeres patéticos. Los presentadores-titiriteros, ayunos de todo vestigio de ética, han mantenido activos de manera entusiasta ¡durante 7 programas! los controladores con los que han movido los hilos de sus desvalidas marionetas. Por supuesto, una extensión más de una emisión nauseabunda que tiene en Javier Sardá (padre de la telebasura en España) su progenitor A, y en Gran Hermano a su progenitor B.

“Te vas fuera de España...” No hay diálogo, ni se plantea que no pudiera irse. No se la ha pedido opinión... ¿para qué? Ya sabrá por qué, pero hoy no -como diría José Mota- mañaaaaana. Fascismo puro, fascismo aquí y ahora. Es la decisión de una dirección carismática más que de una organización humana. Por supuesto, la explicación está negada porque, como en una religión, adquiere carácter de logos revelado y porque aún se pueden sacar rentas de ella. El holding mediático no contrata seres racionales sino fieles y entregados servidores. En realidad, es una ostentación de poder en bruto llevado al límite mediante un juego macabro con la precariedad laboral. Esto si que es estrategia de explotación y de dominio.

En el proceso de engaño, de 32 horas seguidas de programación, la televisión de Berlusconi -uno de los sujetos más siniestros que ha dado la política italiana en los últimos dos siglos- jugaban con la idea de que uno de los colaboradores se irá del programa, dejará el programa, abandonará el programa, etc. Por supuesto, han cuidado el léxico para que lo que ha sido un acto de verdaderos rufianes, no pudiera llevarse ante los tribunales como delito de estafa, pese a que todo el guiñol se ha movido mediante engaño y con ánimo de lucro. Como lo demuestra que, a los cinco programas de calvario sufrido por colaboradores y espectadores durante la semana pasada, le sumaban, primero, el lunes y, luego, el martes de ésta. Por supuesto, la dirección de la cadena –más del retrete que nunca- obligaba a nominar a sus trabajadores, convirtiéndoles en chivatos y protagonistas de la purga, tal como he leído en más de una ocasión que hacían los carceleros nazis de los campos de la muerte para obtener cómplices entre los reos, a cambio de prolongarles algún tiempo su existencia y, cómo no, sus padecimientos.

Se dirá, para restarle villanía a un acto que en un estado democrático conllevaría la suspensión inmediata de la licencia, que en un programa de entretenimiento es lícito este tipo de mecanismos de ficción y de embeleco. Nada más incierto: se aprovechan aquellos momentos en que una sociedad es más débil al ser de relajo y descanso. Es cuando más desarmada se encuentra.

En un país que está a la cabeza del mundo civilizado en desempleo, sufriendo un paro incesante con angustia y ansiedad galopantes -al extremo de provocar una alarma mundial de la Cruz Roja ante un panorama de verdadera necesidad- maniobrar con una idea tal que al final de la semana uno de los colaboradores deberá abandonar el programa y generar una angustia artificial entre sus trabajadores, hasta convertirlos en delatores, en bellacos especulando si uno merece la muerte-despido antes que otros por ser más viejo, es un acto contra el que el Estado debería reaccionar con carácter inmediato. Esto si es maltrato psicológico. Y de carácter masivo.

Toda esta tortura basurienta pide a voces una investigación inmediata de nuestro Congreso de los Diputados.