Diplomacia callada
22/11/2007   Lecturas: 12.859

Publio

Es el término que ha empleado el entorno de ZetaPé para denominar su actitud pusilánime y su abandonismo ante los acontecimientos pasados estas últimas semanas.

Reconozcamos que la diplomacia implica no pocas veces trabajos que no tienen por qué ser aireados, labores que se realizan entre profesionales asistidos por terceros que actúan de mediadores. Pero esas tareas son una parte de la diplomacia, y no puede confundirse –como hace nuestro Presidente- la parte con el todo.

Para mí, el palabro socialista esconde un concepto típicamente fascistón: cuando de diplomacia se trate, se puede escamotear al pueblo -ante el que siempre hay que responder- las actuaciones de gobierno. Que es como ha actuado Rodríguez durante estos cuatro años. Antes que nada, es sus oscuras negociaciones con ETA que han acabado reviviéndola y llevándola de nuevo a las instituciones vascas a cobrar de nuestros impuestos. Así hemos visto todo tipo de oscuros manejos para regalar Endesa a La Caixa y finalmente al gobierno italiano; de igual manera, trajeron con nocturnidad al presidente de la Comisión Europea a Moncloa; de igual manera Zapatero ha actuado –en la sombra, como un verdadero sátrapa- para liquidar al presidente del Banco BBVA; de igual manera, sin informar nunca, el príncipe ha llamado a palacio a los líderes nacionalistas independentistas, para cambiar con ellos estatutos a espaldas de los españoles; de igual manera... De igual manera, se reunía el PSOE con ETA en Alemania recientemente, como hemos podido saber documentadamente por la prensa, para que le ayude mediante un gesto a ganar las elecciones próximas ¿Se referirán a un tiro en la nuca de un español inocente?

La diplomacia podrá tener una vertiente discreta, pero la opacidad y el oscurantismo en la actividad política ni son propios de democracias ni se justifican en países libres: el pueblo es soberano y tiene el derecho de conocer, en todo momento, lo que sus representantes hacen en su nombre y por delegación suya y, en estas circunstancias, el secretismo es un rasgo faccioso. Y el secretismo viene siendo la herramienta de trabajo predilecta de los socialistas en el actual Gobierno de España.

Un rasgo faccioso entre muchos gestos facciosos más que está produciendo el actual gobierno de ultraizquierda y que son sostenidos por una prensa adicta y fiel. Me refiero, claro está, al gesto con que Rodríguez Zapatero ordena silencio a un periodista que le pregunta en el Parlamento si va a llamar a consulta al embajador de España en Venezuela ante los insultos del dictador venezolano al jefe del Estado español, su majestad el Rey. Como si de perrillos amaestrados se tratara, sometidos a una orden primordial que se transmitiera genéticamente y no admitiera contestación; como si habláramos de un reflejo pavlosiano, vemos a aquellos periodistas callarse como pobres animalillos amaestrados. Como fue otro gesto faccioso la prohibición de grabar en los incidentes inaugurales del AVE a Valladolid que la ministra gafe convirtió en un esperpento cuando se llenó de hollín el convoy. Poco le gusta ahora el morbo al partido que convirtió el Prestige en una bomba propagandística, pero cuando la catástrofe es responsabilidad suya toda censura es poca. Como fue otro gesto faccioso el silencio que el gobierno de ultraizquierda tripartito pactó en la oscuridad con la prensa catalana para ocultar a los barceloneses el hundimiento de los barrios de La Teixonera y El Carmelo por las obras municipales del Metro. Hasta fiscales y jueces hicieron dejación de sus funciones avalando este golpe a la libertad de información.

Es claro que en virtud de la diplomacia callada, un líder puede atribuirse méritos en los que no ha tenido participación alguna; presentarse de manera exitosa a sabiendas de que nadie posee elementos de juicio para agradecer o censurar. El dirigente político cuenta, además, con medios de prensa afines que irán dosificando aplicada y convenientemente una serie de informaciones filtradas que, favorables al líder de la manada, le presenten como un hombre concienzudo, sólido, sereno y sin nervios; en definitiva, un hombre de Estado, que es como quiere aparecer ahora quien antes se hiciera llamar ZetaPé. Otra de las labores fundamentales que realizará la prensa falangista y de partido a lo largo de este tiempo de censura y oscuridad informativa será propalar información que desgaste al adversario más que lo que el silencio desgasta a su líder, de manera que al tiempo desvíe la atención popular sobre la realidad.

Que es como hemos llegado a estas últimas semanas en las que el sátrapa de Marruecos se ha hartado de amenazar a esta nación sin que el gobierno Zapatero haya mostrado ninguna entereza frente a él. Respecto a las injurias del malnacido dictador venezolano Hugo Chávez hacia nuestro jefe de Estado, ahí restan en nuestras retinas y oídos auque aún no hayan finalizado, con un ZaPatero que parece encantado de que el ultraizquierdista venezolano ensucie a nuestro monarca internacionalmente ¿Es imaginable que alguien así osara algo parecido con la reina de Inglaterra y el Reino Unido con el Foreign Office caído de brazos? No lo creo.

Hace poco, una empresa pretendía anunciarse con un spot en el que imitaba a Zapatero, pero jamás llegó a emitirse porque la diplomacia callada es más sensible y efectiva para proteger la figura de Zapatero que la de nuestro monarca. Entonces un catirrino disfrazado con uniforme colorao de circo puede echarle mierda durante más de una semana sin que el gobierno socialista mueva un dedo, para risión de los demás países del planeta. Sin duda, Zapatero se ha ganado bien el abrazo de todos cuantos nacionalistas independentistas cargan hoy contra España. Tal vez su único objetivo.