Vuelva general
26/11/2012   Lecturas: 5.491

Catilina

Se podía leer en unos carteles amarillos colocados en las fachadas de la calle Doctor Esquerdo de Madrid como réplica a los rojos de la pasada Huelga General. Un pueblo, me digo, no puede ir bien si invoca a un dictador cuatro décadas después de su fallecimiento. “Son cuatro gatos” me dice mi acompañante. Sí, son cuatro gatos pero son, y no muchos menos seguramente que los voceras de los sindicatos leninistas que se han empeñado, sin más respaldo de ninguna otra organización social, plantear una huelga política que nadie apoya, salvo ellos mismos y la violencia que sean capaces de proyectar.

Lo cierto es que desde fuera se ve claramente como Toxo y Méndez llevan a estos dos sindicatos a la ruina. Su poder de convocatoria en la sociedad civil es hoy prácticamente mínimo. Ambos sindicatos no han sido más que un constructo histórico de los mismos partidos que nos han traído aquí: es notoria la vinculación del sindicato comunista –Comisiones Obreras- con los movimientos obreristas de la iglesia Católica española y cómo la UCD les impulsó para contrarrestar a UGT. Y es notoria la permisividad que tiene con ellos una clase política medrosa de que surjan “formaciones antisistema peores”. A estos imbéciles de políticos españoles sus piruetas de aprendices de brujo se les vuelven en contra en poco más de tres décadas. Vean, si no, en qué van acabando sus tejemanejes con los caciques nacionalistas.

Hundida la izquierda marxista -PSOE e IU- por una crisis económica de efectos multiplicados por su mala cabeza-, sus dos sindicatos intentan hacer la oposición que les correspondería a ellos como formaciones parlamentarias. Pero eso lo sabe la calle y les niega su respaldo. Que es la razón por la que, desde el inicio mismo de la legislatura siembran un temor continuo en todas aquellas empresas –privadas o públicas- en la que viven de gañote. Es el método Rubalcaba, o de la ‘Bruja Lola’: dedicarse a pronosticar lo que ocultamente pretende hacer el otro en lugar de decir a las claras qué es lo que va a hacer uno mismo. La siembra de ese clima se quiere que acabe en un temor y un descontento generalizado, que no prende porque estos sindicatos gargantúas carecen de credibilidad alguna fuera de su particular pocilguilla.

Uno de los vídeos más vistos en Internet recoge las vejaciones causadas a una trabajadora que no siguió la huelga ‘general’ por una panda de orates, que se dicen ‘estudiantes’, armados de banderas rojas como si fueran trabajadores “¡Ojalá te quedes en paro cabrona!” gritan repitiendo las consignas de quienes han dejado el paro en 5,5 millones de almas. Estudiar, no sé si estudian, pero pensar, sé que no. “¡Analfabeta!”, la gritan, entre otros muchos insultos, cretinos que en un dictado cometerían docenas de faltas de ortografía. Esta es la chusma formada tras décadas por la ‘culta’ izquierda, idéntica en actitudes a las formadas por los nacionalistas. Una chusma gritona, ignara, agresiva, desinformada y antidemocrática. Los fotógrafos de prensa al frente de los violentos hostigan a la trabajadora mientras la policía interviene de forma paciente pero pasiva.

Al ver de nuevo el vídeo, esta mujer se me hace, en su actitud decidida y valiente, una de esas españolas imponentes que ha dado nuestra historia en determinado momento, que se enfrenta a la barbarie con un gesto firme y desafiante que se traduce en un ‘no pasarán’. Esta vez, una vez más, la barbarie es la extrema izquierda española.