El silencio de los borregos
28/07/2005   Lecturas: 12.742

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Que es el ruidoso silencio que guardan todos aquellos que no encontraban ocasión de callar cuando gobernaba Aznar, un silencio ominoso, un silencio culposo.

Arde Andalucía en el verano de 2004 –un año declaradamente negro de nuestra historia- y se pierden ¡más de treinta mil hectáreas de árboles! Ni una palabra, ni una sola voz ecologista que reclame al turbio gobierno andaluz responsabilidades en una desgracia de esa magnitud, después de décadas de dominio absoluto sobre la región. Poco le costó a su presidente, Chaves, capear a una prensa lanar y a una oposición tan lanar como la prensa. Además del daño material, la desgracia se cobró dos vidas humanas, pero ni un solo cargo político se responsabilizó de tanto daño; era cosa de la izquierda, la cosa nostra, el mutismo es total.

Se hunden dos barrios de trabajadores en Barcelona. Al primero de ellos -la Teixonera- que empezó a sentir las grietas y boquetes, síntomas anticipatorios del desastre, le engañó la Generalidad con la patraña de que se debían a terremotos localizados. En el Servicio dedicado al estudio de seísmos del Instituto Geográfico y Minero de España aún deben estar con la boca abierta ante la magnitud del embuste. Solo el hundimiento del barrio de El Carmelo, diez meses después, empezaba a revelar una de las operaciones más oscuras de nuestros últimos doscientos años. Se ha cambiado la ruta de las excavaciones del Metro de Barcelona sin hacer prospecciones del terreno, sin proyecto, sin un método de excavación seguro, sin seguro de obras, sin licencias y plazos legales de tramitación... Nadie se responsabiliza de la tragedia. Ni una sola voz exige en serio una aclaración de responsabilidades; es más, se entierran todas las pruebas, maquinaria incluida, bajo treinta mil toneladas de hormigón ¡sin que el juez se inmute! Era cosa de la izquierda y del nacionalismo del 3%, es la casa nostra nos aclararía J. G. Domínguez. Aún muchas familias están sin realojar, viviendo en hoteles; un silencio pardo.

Arde el monte de Guadalajara durante seis días y caen miles de hectáreas de arbolado y monte bajo, además de 11 seres humanos fallecidos en acto de servicio. La descoordinación entre gobiernos autonómico y central es absoluta. Las comunidades autónomas cercanas brindan sus medios de extinción y son rechazados mientras el fuego cobra dimensiones trágicas, porque dichas comunidades no están gobernadas por socialistas. Al final ¡los medios se le solicitan a Francia! ¿Cabe mayor miseria moral?

Se lee –sin su presencia- un comunicado de dimisión de la Consejera de Medio Ambiente de Castilla la Mancha, pero comparece días después en público y no reconoce un solo fallo ¿entonces por qué dimite? ¿a quién trata de cubrir con su dimisión? Unicamente ver a la Vicepresidenta del Gobierno dando la cara en los peores momentos, y una actitud prudente de la oposición, anunciada por Pío García Escudero, nos congracia en alguna medida con la clase política. Lo demás es mutismo, un silencio por otra parte esperado, de quienes quedaron agotados después del gran esfuerzo golpista que realizaron en los días de la infamia en marzo de 2004 y no volvieron a piarla nunca. Ahora esperan en silencio el pago que les ha de llegar.

Aunque algunos no... Algunos farsantes de la política hecha espectáculo, con Trinidad Jiménez –otra zetapé de la política- y un tal Simancas a la cabeza, que anda por la calle de la Virgen del Puerto de Madrid montando la pajarraca, porque hay que talar unas decenas de árboles para construir un colector para avenamiento de aguas residuales.

Pero a esta altura de la película ya no puede extrañar a nadie que aquellos que callan cuando arden centenas de millones de árboles donde malgobiernan, se preocupen por varias decenas donde gobierna su adversario. Esa viene siendo la actitud de nuestra izquierda desde inicios del siglo pasado: una actitud extremada, agitadora, desestabilizadora, sediciosa y golpista, y siempre respaldada por una ineptitud y una incapacidad que solamente Azaña supo describir con palabras certeras.

Silencio, se rueda. Hay motivo.