Zumo de Laranjeira
13/03/2011   Lecturas: 7.306

Catilina

La última faceta que nos quedaba por descubrir en este nefasto impostor de la política española llamado Rodríguez Zapatero era la de explotador. Explotador de trabajadores. En este caso, de la mujer que atendía su vivienda familiar en Madrid, siendo este sujeto de nuestra sospecha nada menos que Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ese partido que se viene jactando de abanderar todas las virtudes sosiales pero que, en realidad, no hay vicio que no legitime. Ahora el de la explotación.

Para alimentar titulares de la prensa adicta y esconder el bulto, La Moncloa responde con una nota sobre la empleada de Zapatero‎... Bueno... ¿Y qué? Esto solo vale para que Público, La Vanguardia y El País compongan sus respectivas portadas: La Moncloa no tiene que responder de nada, porque La Moncloa no contrató a esta señora. Tendrán que responder ZParo y la Espinosa, que fueron sus empleadores (y exprimidores) Es aquí donde vemos ese vicio tan psoísta de usar los medios del Estado en beneficio propio; como cuando Teresa de La Vega, aquel tiranosaurio del PSOE, empleó los medios jurídicos del Estado para pleitear contra los periodistas Carlos Dávila y Maite Alfajeme por denunciar su candidatura ilegal por Valencia en las generales de 2008.

La cosa parece clara: Elegido Secretario General del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero debe trasladar su residencia permanente de León a Madrid. Gracias a los informes favorables de una amiga de la Espinosa, Isabel Laranjeira es contratada ilegalmente por el matrimonio, para trabajar como empleada del hogar en el domicilio familiar. Ilegalmente porque, superadas las horas prescritas por la Ley para que este tipo de trabajadores deban ser dados de alta en la Seguridad Social, los Zapatero la mantienen en la clandestinidad. Por supuesto que el partido leninista ha puesto inmediatamente la máquina de aventar mierda para cuestionar la verdad de la sencilla trabajadora, poniendo en duda, incluso, que hubiera pisado la casa de tan coruscantes parvenus. Casualmente, testimonios, de vecinos, trabajadores y dependientes de la zona confirman la versión de Isabel, dejando en evidencia a ZParo, a los fontaneros monclovitas y a los servicios de contrainformación del nuevo Frente Popular zapaterino.

Con todo, a mí, lo que me deja estupefacto no es la voluntad deliberada de incumplir la Ley del progenitor A Zapatero y la progenitora B Espinosa, sino su nauseabundo trato a la empleada. ¡La pagaban 65.000 pesetas al mes! A ese precio tienen sirvientes hasta los sirvientes ¡Anda que con esa cantidad iba a poder cotizar esta pobre mujer aunque fuera por cuenta propia! ¡Cuánta gente de izquierda llevo conocida en mi ya larga peripecia vital que tras clamar contra los empresarios pagan a sus empleados sueldos de extrema pobreza! ¡Qué pocos he conocido que fueran generosos con sus trabajadores! Con pagarles mal, debo reconocer que hasta Bono paga mejor a los empleados de su hípica. Empiezo a creer que cuando esta gente denuncia la explotación de los trabajadores, sabe bien de lo que habla.

A todo esto ¿Dónde están UGT y CCOO? Porque aquello que no se combate, se apoya.