La Garzona
13/05/2007   Lecturas: 8.282

Catilina

Polanco tiene miedo a un próximo gobierno del Partido Popular o, al menos, ése era su principal mensaje en la última junta de accionistas del grupo PRISA, Deprisa, deprisa. Yo particularmente le creo. Y le creo porque pienso que ha acumulado suficientes razones como para tenerlo.

La última intervención de Manuel Conthe, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, en el Congreso de los Diputados de España, dejaba a Polanco por los suelos al tiempo que le vinculaba a toda suerte de operaciones oscuras llevadas a cabo desde Moncloa por el Ejecutivo de Zapatero, a través de su Oficina Económica liderada por Miguel Sebastián, al que, en Madrid -ciudad a la que se presenta como alcalde por el PSOE como caído desde una nube, Un deseo llamado alcaldía- se le conoce con enorme sorna como Miguel ¿Qué?, queriendo dar por sentado el desconocimiento que el madrileño tiene de este sujeto.

Claro que los ciudadanos españoles ignoramos absolutamente todo lo que ocurre en nuestras altas esferas hasta que algún miembro, cansado de ser ninguneado, se aproxima a los medios periodísticos para darnos una señal de por dónde van los tiros. Que es como Conthe habló en el Congreso de una triangulación perturbadora de la OPA de Endesa llevada a cabo por el gobierno socialista, la empresa Intermoney –detrás de la que están los más altos cargos económicos del ejecutivo socialista- y la banda PRISA (lo de grupo vamos a dejarlo para otra clase de gente).

En España ya es claro que es imposible distinguir quien gobierna en la nación, si el dueño de la banda PRISA o el partido socialista, aunque hay sobradas razones para pensar que es la banda la que día a día marca el camino a un partido que no se atreve a separarse un ápice de lo que les ordena el Patrón desde la casa.

Si los del Partido Popular fueran laicos les apoyaríamos -decía en la misma junta de accionistas Polanco- dejando muy claro a qué se dedica la banda. Porque lo lógico sería pensar que un grupo de comunicación está para ganar legítimamente dinero informando, entreteniendo y comunicando ideas, como indica su nombre, y no para sostener u oponerse a grupos políticos. Eso de hacer política fuera de las urnas no suena muy democrático, lo cual, en un franquista como Polanco, tampoco es muy de extrañar, aunque si deba ser urgentemente corregido. De ahí su miedo.

Para colmo, la semana pasada, semana negra para don Jesús el de la finca, la Justicia dejaba libre de todo cargo a todos los inculpados en el caso del lino. Pero la sentencia llega ¡nueve años después! de que el desalmado José Bono acusara en falso a Loyola del Palacio y el equipo técnico de su etapa como Ministra de Agricultura. Habiendo fallecido Loyola y algunos de los principales imputados, no han podido ver resarcido su honor manchado por la izquierda cerda, la izquierda desaprensiva, la izquierda difamadora de la Guerra Civil y del Gal, la peor gentuza que da el país y El País. La misma que hiciera lo mismo tantas y tantas veces con las mismas intenciones y los mismos resultados. La izquierda que hiciera lo mismo con Fernando Castedo y que después nos ha dado gloriosas Maria Antonias Iglesias y Cafarelles hasta aburrir.

El absuelto Secretario Técnico, López de Coca, contaba en Radio Intereconomía cómo la mañana de cada miércoles salía del palacio que ocupaba Bono como presidente de Castilla-La Mancha un sobre con destino a las oficinas de la Caverna SER, desde donde era continuamente radiada -y durante todo el día- la mierda enviada por esta mancha de político –astutamente laminado por Zapatero- para que, al día siguiente, jueves, el diario El País –más de los mismos- machacara a la víctima y la dejara macerada al resto de los diarios que, ya en viernes, daban cuenta de ella a la luz de los nuevos descubrimientos. Ya solo restaba el fin de semana para que la nación rumiara y regurgitara calvario con tanto colesterol. Ni Corcuemada soñara mejor máquina cuando ministro socialista; mejor máquina de picar carne, se entiende. Hermoso precedente de la que funcionara tan bien engrasada el 11 M. La máquina de fabricar calzoncillos de terroristas venidos de remotos parajes. Mecanismo perfecto de iniciar y saldar procesos inquisitoriales en pleno siglo XXI. Máquina de fulminar enemigos, tal vez por que no son laicos y molestan a Don Jesús y a sus aparceros. La misma máquina, seguramente, que ha machacado durante años a Miguel Durán junto a otros siete inculpados por el caso Telecinco, del que también han acabado todos absueltos. Una máquina que, en honor al PSOE, podíamos bautizar como la Intermoney si no fuera porque es de bien nacidos ser agradecidos, de manera que le pondremos un nombre que nos traiga a la memoria al verdadero costalero que con tan suma audacia y desatino ha guiado sus movimientos: La Garzona.